Glosolalía, esta palabra viene del griego. Glossa, que significa lengua y lalein, que significa hablar.
Por lo tanto, este es un término que se usa dentro de los ambientes religiosos para referirse a aquella experiencia espiritual del "don de lenguas” ya sea durante la proclamación de una palabra profética; o también, por medio del “canto en lenguas” común en los momentos de alabanza profunda practicada en los grupos de oración. Asimismo, se practica como una forma de “oración” personal o comunitaria.
Resulta que nuestros idiomas son limitados, llega un momento en el cual las palabras se terminan, y no hallamos palabra alguna para alabar, bendecir, glorificar, ensalzar, adorar a Dios: “…pues, los oían hablar en lenguas y glorificar a Dios…”(Hch 10, 46)
Así es cuando irrumpe este don precioso operado por la acción del Espíritu Santo que no solo sirve para la oración de alabanza y glorificación, sino también para hacer cualquier oración de suplica a Dios: “El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; más el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rm 8,26).
El ejercicio de este don predispone el corazón para la práctica de los demás dones y carismas espirituales; pues, nos invita a recibir de Dios los dones de su abundante e infinita misericordia, con actitud de humildad y absoluta confianza.
Es un don esencialmente de oración, cuando se practica a nivel personal colabora para la edificación de uno mismo: “El que habla en lenguas se edifica a sí mismo…”(1 Co 14,4).
Cuando se practica en el grupo de oración puede tomar la forma de un canto armonioso guiado por el Espíritu sucede todo lo contrario de lo que paso en la Torre de Babel, cuando las lenguas crearon confusión por la soberbia humana, en Pentecostés todos se entienden porque se comunican mediante el lenguaje del amor. A través del canto en el Espíritu o canto de los ángeles, se experimenta una paz y un amor sin límites. Favoreciendo esto a construir maravillosamente la unidad y mejorar la comunicación con Dios y los hermanos.
Si alguien en el grupo siente la inspiración de hablar u orar en lenguas, necesariamente según la recomendación del apóstol San Pablo deberá haber quien interprete esa oración particular o mensaje profético en beneficio de la edificación de todos los participantes de la asamblea: “Pues, el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios. En efecto, nadie le entiende dice en espíritu cosas misteriosas. Por el contrario, el que profetiza, habla a los hombres para su edificación, exhortación y consolación.” (1 Co 14, 3-4)
No es un don de predicación, sino más bien de oración.
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